5.8.08

Mutando

Hacia tiempo que caminaba sola por las calles de la ciudad, acostumbrada ya. Resguardada por ángeles solitarios como ella. Pero esa tarde, la soledad la tomó por sorpresa y se dio cuenta que ellos ya no caminaban a su lado, ya no la escuchaban más.

Vagando llegó a un parque. Con la mirada perdida, sentada en una vieja banca, trataba de contar pero su mano ya estaba vacía. La lluvia caía sobre su rostro y se miraba a si misma en el reflejo de un charco. Había perdido la fortaleza. Sus lágrimas se confundían con las gotas de agua. Y así pasó el tiempo. Entonces, tomo la daga y con fuerza certera apuntó a su corazón.

Las cicatrices se habían abierto nuevamente, no eran por desamor eso ya no dolía. Eran dolencias por consecuencia, por la pérdida de aquellos a los que quería, sus amigos. Cuantas veces repitió: “me duele más perder un amigo que un novio.” Se dio cuenta entonces, que nadie la escuchó, que nadie le entendió.

Ahora que su cuerpo yace en el concreto mojado de esa ciudad que la observaba atónita, su cuerpo ha liberado su alma. Y renacerá. En su memoria tendrá grabada que la amistad que ella da permanece a través de los mundos, del tiempo y el espacio, mientras que la que le otorgaron se quedó en esa vida pasada.

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