Hoy recibí una fuerte lección de vida.
Infinidad de veces nos quejamos o asombramos de los sucesos que van creando nuestra historia de vida. Esas cosas banales y absurdas que nos tiran a la cama por horas, que nos dejan meditabundos por días, que por instantes nos perdemos y regresamos o nos hacen renegar de lo que tenemos, de lo que somos, de lo que hacemos o de quienes nos rodean...
Hoy conocí parte de la historia de vida de una chica con la que convivo de vez en cuando. Esas tantas veces que la he tratado jamás me imaginé que: a los 19 le diagnosticaron leucemia y le daban 3 años de vida (ya han pasado 10 años), en una de esas tantas transfusiones tuvo un paro cardiaco y su corazón tiene ahora una falla cardiaca (razón por la que sufre de taquicardia), su novio murió en un accidente el martes pasado (se casaba en un par de semanas), faltó a su trabajo matutino un día y fue despedida (a pesar de que había sido promovida por su alto grado de responsabilidad),… Hoy, está extremadamente vulnerable: sin amor, enferma, sin trabajo, dolida y con un futuro perdido.
Siempre he dicho que las experiencias insólitas o terribles que vivimos, nos suceden porque sobreviviremos a ellas, no experimentamos aquello que no podemos superar o de lo que no aprenderemos. Cada historia de vida está escrita, nacemos marcados con un destino a veces le damos la vuelta aparentemente, pero en realidad nunca lo evitamos. Sólo somos vulnerables cuando la muerte la palpamos de frente de una u otra manera.
Hoy, aprendí que soy afortunada...